Cientos de personas migrantes que fueron dejadas al norte de la ciudad de Chihuahua desde la semana pasada, cuando se detuvo el tren de carga en el que viajaban, llegaron ayer a Ciudad Juárez para cruzar el río Bravo e ingresar a Estados Unidos.
Después de cuatro días de caminar por tramos de la carretera federal, de pedir “rait” o de viajar en camiones de pasajeros, grupos de familias y adultos solos lograron llegar ayer hasta el marcador fronterizo número 36, con la esperanza de entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso y poder tener una mejor calidad de vida en el vecino país.
“Caminamos mucho, caminamos mucho porque nos dejó el tren”, gritaba ayer un niño venezolano mientras permanecía con sus padres sentado sobre el bordo estadounidense, entre el cauce del río Grande y el cerco de púas instalado y vigilado por la Guardia Nacional de Texas en la frontera con Ciudad Juárez.
El venezolano André Perozo relató que tuvo que vivir cuatro meses “rudos, rudos, rudos”, para poder llegar a la frontera, debido a que en México las autoridades les quitan dinero a las personas en situación de movilidad, quienes constantemente sufren secuestros.
“Uno viene por un bien, trabajé en Ciudad de México para comer y para pagar una renta… voy a Estados Unidos a trabajar por mi familia, por mi hijo”, dijo el sudamericano.
Mientas que cientos de personas continuaban caminando junto a la carretera a la altura de Sueco, cientos se formaron frente a la puerta del muro ubicada a la altura del marcador fronterizo número 36, con la esperanza de ser dejados en libertad dentro de Estados Unidos.
“Este año sí me tocó muy fuerte, 24, 31 (de diciembre) alejados de ellos, pero Diosito sabe, Diosito abre camino y sí se puede, sí se puede, todo es un proceso en la vida, no es fácil, pero así lo quiso el camino. Cumplí 30 (años) ahorita el 13 de diciembre, la pasé enfermo, el 24 allá (varado) pasando frío, hambre, gracias a Dios que en Chihuahua la gente ayuda con la comida”, narró René Heredia, un venezolano quien hace 10 años migró a Colombia y hace seis meses decidió partir hacia Estados Unidos.
Después de “los manglares y jungla” de Panamá y Colombia, lo más difícil fue cruzar México, dijo el sudamericano, con el que coincidieron otros migrantes que arribaron ayer al bordo del río Bravo después de haber sido dejados por el tren de carga cerca de la capital del Estado.
“Nos dejaron varados allá y nos tocó caminar desde Chihuahua, nos dejaron allá y nos vinimos caminando, una familia nos dio un aventón como 100 kilómetros, de ahí faltaban 200 kilómetros, pero anoche llegamos y una familia nos brindó el apoyo pa’quedarnos, nos aseamos y seguimos caminando otra vez pa’ca… estamos viendo pa’cruzar pa’llá”, relató parado frente a Estados Unidos.
Heredia le pidió a las autoridades federales de Estados Unidos y México que se reunirán hoy en la Ciudad de México que no deporten a nadie, porque no conocen lo que las personas migrantes tienen que vivir para poder llegar a Estados Unidos.
“Pasa hambre, y muchos no llegan, porque no pueden… vi muertos, enfermos. Nosotros migramos porque la economía de nuestro país está muy fea y la seguridad”, narró.
Hoy, una comitiva enviada por el presidente Joe Biden se reunirá con el presidente Andrés Manuel López Obrador, con el fin de abordar el tema de la migración irregular “sin precedentes”.
La comitiva estadounidense estará encabezada por el secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken, acompañado del secretario de Seguridad Nacional y encargado de la política migratoria estadounidense, Alejandro Mayorkas, y la asesora de Seguridad de la Casa Blanca, Liz Sherwood–randall.