El propio Lucas afirmó que la primera trilogía estaba inspirada en la guerra de Vietnam y en cómo las democracias se convierten en dictaduras (o dicho de otro modo: los primeros que llamaron Stormtroopers a sus tropas de asalto fueron los nazis). Según fueron pasando los años y la franquicia fue evolucionando, hemos tenido ocasión de ver a los dos eternos bandos subdividirse en grupúsculos e incluso cambiar su papel de dominador y sometido. Sin ir más lejos, en ‘Ahsoka‘ tenemos un Imperio diezmado y unos Rebeldes ahora convertidos en la República y que simbolizan el establishment. Es decir, que se han virado las tornas por completo.
Y entre medias, la trilogía de precuelas, donde temas como el genocidio por motivos políticos o los largos debates entre altos cargos de distintas fuerzas enfrentadas estaban continuamente en los guiones. Lucas desveló que para el argumento se habían basado en los conflictos que dieron pie a la guerra civil norteamericana. Y puntuando la columna vertebral que son las películas, tenemos videojuegos como ‘Knights of the Old Republic’, donde había una clara distinción de clases en el planeta Taris, y muchas de las misiones tenían una obvia significación política, en una u otra dirección.
Otro ejemplo reciente: ‘Andor‘, quizás el mejor producto que ha dado la franquicia en muchos años, tiene un posicionamiento abiertamente antifascista: habla de la represión política y del conformismo de las masas como forma de control. Y una de sus protagonistas, Fiona Shaw habló de que el mundo de la serie era «trumpiano» y de que la serie era una reflexión acerca de cómo los derechos de la gente estaban desapareciendo poco a poco.
Toma partido
Pero pocos posicionamientos políticos se hacen tan reveladores como son los propios receptores los que deciden tomarlo. Un juego menor de la franquicia, ‘Star Wars Commander’ (un título de estrategia para móviles lanzado en 2014 y cerrado en 2020) es la última pieza de este puzle de gente dividiéndose en bandos, esta vez con la política-ficción como excusa.
En ‘Star Wars Commander’, el jugador tenía que tomar una sencilla decisión: dar vida a las fuerzas Rebeldes o a parte del Imperio. Y cuando sus desarrolladores mostraron, para celebrar los cinco millones de usuarios, la división por zonas del mundo de cada una de las facciones, el mensaje quedaba más claro que cualquier análisis político. El sur del mundo quería ser Rebelde, y el norte se alineaba con el Imperio. Podéis verlo aquí:
Aunque la división de jugadores era más o menos equitativa (ganaba por los pelos el Imperio, con un 52%), llama la atención cómo se volcaban hacia el Imperio los jugadores rusos, con un 57’69%, y subiendo incluso más allá en territorios como Mongolia y Kazakhstan. En Europa, se decantaban por los villanos Austria y Alemania, a los que se sumaban Estados Unidos y Japón. Al cincuenta por ciento estaban Reino Unido y Australia.
Es significativo quiénes prefieren el bando Rebelde: en Europa, países como España, Francia o Italia, pero sobre todo, la totalidad de Sudamérica y Centroamérica, y prácticamente todo el continente africano. Por supuesto, esto no quiere decir que los países del Hemisferio Norte prefieran un Imperio a una Democracia, pero sí implica hasta qué punto en el Sur prefieren tomarse algo más en serio la división por facciones, aunque sea ficticia. Al fin y al cabo, un juego es un juego… hasta que deja de serlo.