El año pasado esta se redujo 8.2% a 85.5 gigawatts hora (GWh), con lo que su participación en la generación total (que ascendió a 351.7 GWh) cayó de 27.5% a 24.3% de acuerdo con las cifras del Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen) 2024-2038, publicado por la Secretaría de Energía (Sener) el último día de mayo pasado.
Esto la sitúa cada vez más lejos de la meta de 35% que según las leyes mexicanas debería alcanzar en este 2024, a partir de lo establecido en la ratificación de México del acuerdo de París del 2016. En el 2022 la generación limpia también había caído 2.7% a 93.2 GWh.
Según el artículo tercero transitorio de la Ley de Transición Energética “la Secretaría de Energía fijará como meta una participación mínima de energías limpias en la generación de energía eléctrica del 25% para el año 2018, del 33% para 2021 y del 35% para 2024”.
De acuerdo con los datos actualizados por la Sener en la última edición del Prodesen, ninguna de las metas intermedias enunciadas en la ley se cumplió.
En el 2018 se produjeron 69 GWh de electricidad limpia, que representaron 22.1% de la generación total y en el 2021, la producción fue de 98.8 GWh, que tuvo un aporte de 29.3%, la más alta lograda hasta la fecha.
Se considera electricidad limpia aquélla producida a partir de fuentes que no emiten gases que favorecen el calentamiento global, como el CO2 o el metano, independientemente de si son renovables o no.
Dentro de las renovables se incluyen las fuentes hidráulica, geotérmica, eólica, fotovoltaica y la bioenergía. Las no renovables abarcan básicamente la nuclear y la cogeneración eficiente.
En el 2023, las primeras aportaron 19.7% de la generación total y las segundas, 4.6 por ciento.
Desplome de la hidroeléctrica
La caída de la generación limpia en el 2023 tiene detrás el desplome de 42% en la producción hidroeléctrica, que pasó de 35.6 a 20.6 GWh, lo que ocasionó que su aporte pasara de 10.5% a 5.9% del flujo eléctrico nacional.
El derrumbe coincide con la profundización de la sequía que azota el territorio nacional y pone de relieve el hecho de que, de acuerdo con la legislación mexicana, el uso de agua para consumo humano tiene prioridad frente a la generación de electricidad.
Pero también pasa factura el impasse en el crecimiento de la capacidad de generación de otras fuentes renovables que podrían llenar el hueco que están dejando las centrales hidroeléctricas —gestionadas principalmente por la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Potencial subaprovechado
Cabe recordar que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador congeló la aplicación de la reforma energética del 2013, con lo cual se cancelaron las subastas eléctricas de largo plazo, que entre el 2016 y el 2018 se convirtieron en importantes motores para la expansión de la capacidad de generación eólica y fotovoltaica.
Mediante estos concursos, la filial de suministro básico de la CFE pactaba la compra de energía a generadores que competían por los contratos ofreciendo precios más bajos.
A la cancelación de estos instrumentos de promoción del mercado se suma el rezago regulatorio. Los generadores privados han denunciado que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) ralentizó la expedición de permisos para la entrada en operación de nuevas centrales, bajo el argumento de que la capacidad había crecido de manera desordenada en el pasado.
El correlato de esta situación es un crecimiento mucho más lento de la capacidad de generación eólica y solar y un crecimiento discreto o, de plano, un estancamiento de su aporte a la generación nacional.
Por ejemplo, en el 2023 la generación eólica creció apenas 1.9% a 20.7 GWh, con lo que su participación, de hecho, cayó de 6% a 5.9 por ciento.
Retraso en energía solar
A finales de mayo, Héctor Treviño, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (Amdee), dijo que debido a la falta de permisos y a una insuficiente capacidad para la transmisión de energía, hay 30 parques eólicos en México con 5,000 megawatts conjuntos que no logran arrancar.
En cuanto a la generación fotovoltaica (incluyendo la distribuida), esta registró un crecimiento de 14.8% a 23.3 GWh, lo que le permitió mejorar su participación de 6 a 6.6% del total de energía producida en el país.
En el 2022 esta fuente se había mantenido estancada y su participación de hecho había caído ligeramente de 6.1 a 6 por ciento.
La propia Sener proyecta que la energía solar será la de mayor crecimiento, impulsada en parte por el crecimiento de la energía distribuida.
De acuerdo con la Prospectiva de Electricidad publicada por la dependencia en febrero, el conjunto de nuevas grandes instalaciones y generación distribuida aportará 39.76% de las adiciones de capacidad entre 2023 y 2037.