Los dos grandes partidos ya hicieron sus primeros movimientos para acercar posiciones e iniciar las negociaciones. Desde la derecha tradicional europea se perfila como la responsable de cerrar los pactos la alemana Úrsula Van der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea (CE) y que aspira a la reelección. Mientras que desde el bloque de los partidos socialistas el peso del acuerdo lo liderarán los primeros ministros de Alemania y España, Olaf Scholz y Pedro Sánchez, que representan a las dos confederaciones que más diputados aportan a la coalición.
En la agenda tendrán los cargos de peso de la instituciones europeas, como las presidencias de la Comisión y en Consejo, las consejerías, la presidencia del Parlamento y el nombramiento del Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que actualmente detenta el español Josep Borrell. La fecha límite para cerrar un pacto es el 16 de julio, que es el día señalado para la sesión inaugural del nuevo Parlamento.
Von der Leyen ya declaró tras la jornada electoral su intención de cerrar la puerta “a los extremos de derecha e izquierda”. Este lunes confirmó que “en estos tiempos turbulentos, necesitamos estabilidad, necesitamos responsabilidad y necesitamos continuidad” y advirtió al resto de grupos, sobre todo a los liderados por la italiana Giorgia Meloni, de los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE), que ya anunció que su país está llamando a tener un “papel fundamental” en la construcción de la “nueva Europa” tras su incontestable triunfo electoral, y a Marine Le Pen, de Identidad y Democracia (ID), que “los perdedores de las elecciones no tienen derecho a dictarnos con quién hablamos y con quién no”.
El mensaje también va dirigido para el húngaro Viktor Orbán, que no pertenece a ningún grupo en concreto, pero que su formación, de extrema derecha, logró una victoria que fortalece su posición, al haber obtenido el 44 por ciento de los sufragios y tener 11 de los 21 escaños totales que representan al país en Europa.
Entre los grupos de ultraderecha también hubo movimientos, como el que realizó el alemán Alternativa para Alemania (AfD), que fue la segunda fuerza más votada, y que decidió apartar a su cabeza electoral, Maximilian Krah, de su delegación en el Parlamento, ya que fue quien afirmó que “un SS no era automáticamente un criminal”. Esta declaración provocó la expulsión del partido del grupo de la ID, con lo que no se descarta que lo vuelvan a integrar tras la depuración de Krah.
En Alemania también destacó la declaración del presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, quien ante el auge en su país de fuerzas neofascistas señaló: “Precisamente el día después de las elecciones europeas digo: Nunca olvidemos los daños causados en Europa por el nacionalismo y el odio. Nunca olvidemos el milagro de reconciliación que logró la UE. ¡Protejamos nuestra Europa unida!”
Además, desde Francia, el Presidente Emmanuel Macron se reafirmó en su decisión de disolver la Asamblea y convocar elecciones anticipadas: “Confío en la capacidad del pueblo francés para tomar la decisión correcta para sí mismo y para las futuras generaciones. Mi única ambición es ser útil a nuestro país, que tanto amo”, afirmó.
Desde Argentina, el presidente Javier Milei fue de los pocos líderes internacionales que celebraron el crecimiento de las fuerzas de extrema derecha, al sostener que “las nuevas derechas han arrasado en las elecciones europeas y le han puesto un freno a todos aquellos que empujan la Agenda 2030, una agenda inhumana diseñada por burócratas, para beneficio de burócrata.
Los pueblos de Europa han hablado y han revalidado con su voto nuestra visión, a pesar de los llantos de los progresistas locales e internacionales, periodistas y políticos que cuestionaron el nuevo posicionamiento de Argentina para disfrazar sus intenciones globalistas”.
En las calles, sobre todo de Bruselas y de algunas ciudades francesas, como París, Marsella y Rennes, se registraron concentraciones marchas de protesta para llamar la atención sobre el auge de la extrema derecha en el continente. Uno de los actos más emotivos se registró en las puertas del Parlamento Europeo, donde un grupo de personas cantó uno de los himnos históricos de la resistencia en Italia contra el fascismo, el Bella Ciao.