Cientos de personas en situación de movilidad, con decenas de niños, niñas y adolescentes, suman más de 24 horas en el bordo del río Bravo, en donde este jueves agentes de la Guardia Nacional de Texas los amenazaron con dispararles balas de gas lacrimógeno si no se retiraban.
Al grito de “migración, migración, migración”, un grupo de mujeres con sus hijos e hijas pidieron hoy a los militares que les permitieran llegar a Estados Unidos después de recorrer miles de kilómetros desde países como Chile, Venezuela, Colombia, República Dominicana, Guatemala y Ecuador.
“Déjenos llegar por nuestros hijos, traemos niños”, gritaba Mary, una venezolana quien hace cuatro meses salió de su país con su esposo y sus tres hijos menores de edad.
Al igual que ella, la mayoría de los migrantes dijo haber arribado a Ciudad Juárez la tarde de ayer, a bordo del tren de carga en el que llegaron al rededor de mil personas y haber pasado la noche en los límites de la frontera, sin poder atravesar el cerco metálico instalado por el gobierno de Texas en la frontera con México.
“Anoche y en la madrugada nos echaban gas a donde estábamos acostados, para que nos levantáramos y nos fuéramos, estábamos debajo de los árboles y nos calaba en la cara”, narró un hombre venezolano, quien dijo haber esperado en la Ciudad de México seis meses una cita para ingresar a Estados Unidos de manera regular, por medio de la aplicación móvil CBP One, sin obtener una fecha, por lo cual decidió viajar hasta la frontera para ingresar a través del río Bravo/Grande.
Después de caminar kilómetros junto al río Bravo, este jueves cientos se reunieron frente a la puerta del muro fronterizo ubicada en el marcador internacional número 40, en donde gritaban: “Migración, migración” y “migración, déjenos pasar”, “queremos agua” y de “Biden, Biden, Biden”, pero la respuesta de los militares texanos fue apuntarlos sus pistolas de gas lacrimógeno.
“Nos amenazaron que nos iban a disparar si no nos movíamos, pero es que nosotros no inmigramos porque queramos, sino por necesidad, por una nueva vida pues”, dijo Michael Corrales, de 19 años de edad, quien busca llegar a Nueva York, en donde los esperan dos primos.
“Venimos viajando desde Venezuela, venimos pasando este proceso, venimos dándole, aquí la guardia fronteriza nos dice que no nos deja pasar, que si nos acercamos a la malla nos disparan bombas lacrimógenas. Dicen que nos dirigimos a la puerta 45, pero en la puerta 45 está el cártel, ahí nos secuestran, nos roba…. Miren los niños y todo lo que hemos pasado, montarnos en este tren es fuerte”, dijo Antony Moreno, de 20 años de edad.
Esta noche los migrantes comenzaron a dispersarse, caminando junto al río con la esperanza de encontrar “un hueco” entre el cerco de alambre con púas para poder llegar a Estados Unidos.