La retahíla de premios y reconocimientos que ha recibido durante su ya dilatada carrera es larguísima, pero merece la pena que no pasemos por alto que es una de las cinco personas que ha recibido tanto la Medalla Nacional de la Ciencia como la Medalla Nacional de Tecnología e Innovación, ambas en EEUU. También tiene el premio Charles Stark Draper, que está considerado el equivalente al Nobel para los ingenieros; el premio de Tecnología del Milenio, que es uno de los mejor dotados desde un punto de vista económico del planeta; el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica; o la medalla Priestley, que es el premio más importante que concede la Sociedad Americana de Química, entre muchos otros.
Actualmente ejerce como profesor en el Instituto Koch para la investigación integrativa del cáncer, un centro que forma parte del MIT, y participa en el programa de Ciencias y Tecnología de la Salud promovido por la Universidad de Harvard y el MIT. Robert Langer es uno de los científicos más citados en el mundo y ha participado en la constitución de decenas de empresas farmacéuticas o biotecnológicas. Una de ellas es Moderna, una de las compañías responsables del desarrollo de las vacunas de ARN mensajero para tratar la enfermedad COVID-19.
Sus principales áreas de investigación son la liberación inteligente de fármacos en el interior de micro o nanopartículas, el desarrollo de materiales biomiméticos, la reconstrucción y el crecimiento controlado de tejidos y órganos o la neurobiología, entre otras disciplinas. Su aportación ha sido fundamental para que las vacunas de ARN mensajero contra la enfermedad COVID-19 sean posibles. El término ARN mensajero (ARNm) va a aparecer muchas veces en este artículo, por lo que antes de meternos en harina nos viene bien recordar que es el ácido ribonucleico que se responsabiliza de transportar instrucciones desde el ADN hasta las partes de nuestras células que las requieren para fabricar proteínas.
El desarrollo de las vacunas de ARN mensajero ha sido muy largo y complejo
Como sabe la investigación sobre la aplicación terapéutica del ARN mensajero comenzó hace más de 30 años. ¿Cuáles han sido los mayores desafíos que usted y otros científicos han tenido que superar para llevarla a la práctica?
Creo que hay muchos desafíos que es necesario superar. Nuestra contribución y la de muchos otros científicos ha sido principalmente el sistema de entrega. Las nanopartículas. Este ha sido uno de los principales retos. Por supuesto, el otro gran desafío ha sido el ARN en sí mismo debido a la necesidad de realizar modificaciones que no ocasionen problemas de salud.
En esta área han realizado contribuciones muy importantes Katalin Karikó, Drew Weissman y otros investigadores. Y, por supuesto, muchas empresas también han trabajado en esta estrategia. En cualquier caso, diría que estos son los dos mayores desafíos, aunque no son los únicos. También representan un reto la fabricación o la reproducibilidad, entre otros factores.
¿Cómo fue el desarrollo de la vacuna de ARN mensajero para la enfermedad COVID-19? ¿Cómo afrontaron usted y su equipo la incertidumbre inicial cuando solo era una promesa y no sabían con certeza si llegaría a buen puerto?
A finales de 2019 en Moderna teníamos trece productos diferentes, y ocho de ellos eran vacunas que ya estaban siendo puestas a prueba en ensayos clínicos con seres humanos. En ese momento ya teníamos evidencias sólidas que nos indicaban que nuestra tecnología era segura con las personas porque estaba funcionando correctamente con las vacunas que estábamos probando.
Moderna había construido una instalación de fabricación y teníamos allí a grandes científicos procedentes tanto de nuestro laboratorio como de otros lugares. Creíamos que podíamos lograrlo, por supuesto, pero no puedes estar completamente seguro hasta que lo consigues. En cualquier caso, por todas las razones que he mencionado Moderna se encontraba en un momento de forma muy bueno para, con un poco de suerte, tener éxito con la vacuna para el coronavirus.
¿Qué le diría a las personas que desconfían de las vacunas de ARN mensajero para la enfermedad COVID-19 debido al poco tiempo invertido en su desarrollo? ¿Han superado los mismos estudios clínicos que cualquier otra vacuna?
Les diría varias cosas. Es crucial tener en cuenta que las vacunas han superado estudios clínicos muy extensos que las han llevado a ser utilizadas con muchos millones de personas. No obstante, muchas de las personas que son escépticas con las vacunas de ARN mensajero lo son también con las demás vacunas. Con todas las vacunas. Y algunas desconfían expresamente de las vacunas de ARN mensajero. En cualquier caso creo que lo correcto es confiar en la ciencia y en los organismos reguladores.
«La mayor parte de las estadísticas refleja que si no las hubiésemos sacado [las vacunas para el coronavirus] habrían muerto muchos millones de personas más»
La mayor parte de las estadísticas refleja que si no las hubiésemos sacado habrían muerto muchos millones de personas más. Tienes una elección: hacerlo o no hacerlo. Lo más curioso es que durante la mayor parte del tiempo la gente critica a los organismos reguladores debido a que tardan demasiado tiempo en actuar. De nuevo en este contexto las estadísticas reflejan que si hubiesen tardado más tiempo en tomar una decisión hubiesen fallecido muchos millones de personas más.
Es importante que no pasemos por alto que los reguladores de todo el mundo son muy rigurosos. Y no lo hicieron en absoluto a la ligera. Además, y hay estudios que lo corroboran, las vacunas de ARN mensajero de Moderna y Pfizer fueron aprobadas, mientras que por cada dos que superaron los análisis de los organismos reguladores cincuenta vacunas fueron rechazadas. Apenas se habla de esto, pero todas las que podían potencialmente causar problemas fueron descartadas.
La técnica del ARN mensajero aspira a marcar la diferencia en la lucha contra el cáncer
¿En qué fase de desarrollo se encuentra la utilización del ARN mensajero encapsulado en nanopartículas para fabricar vacunas personalizadas contra el cáncer?
Este proyecto se encuentra en la última etapa de los ensayos clínicos en lo que concierne al tratamiento del melanoma [cáncer de piel]. Moderna ha creado vacunas contra el cáncer personalizadas, también conocidas como terapias de neoantígenos individuales, de modo que podemos analizar el cáncer de una persona y diseñar un ARN mensajero que lo atacará de la misma forma en que las vacunas de ARN mensajero atacan al coronavirus.
Lo que hacemos es colocar el ARN mensajero con el que queremos atacar al cáncer en el interior de nanopartículas y tratamos con ellas a los pacientes. Estos ensayos se encuentran en fase dos. Estamos a solo un paso de los ensayos de fase tres, que pueden incluir a cientos de miles de pacientes, y tenemos entre un 44 y un 49% de supervivientes, un resultado mejor incluso que el obtenido al utilizar el tratamiento de inmunoterapia más eficaz.
¿Qué otras aplicaciones terapéuticas tiene la tecnología del ARN mensajero más allá de las vacunas para la enfermedad COVID-19 o el cáncer?
Afortunadamente tiene muchas otras aplicaciones. Puede ser utilizada para tratar cualquier enfermedad rara, como, por ejemplo, una enfermedad provocada por la deficiencia de una enzima, y también otras enfermedades más frecuentes, como la fibrosis quística. El potencial de esta tecnología es ilimitado.
De hecho, hay muchas enfermedades que potencialmente pueden ser tratadas con la tecnología del ARN mensajero. Si miras los proyectos en los que están trabajando tanto Moderna como otras compañías te quedarás impresionado por su ambición. Incluso estamos investigando su aplicación en el tratamiento de la esclerosis múltiple.
Inicialmente algunos científicos creían que el transporte de macromoléculas en nanopartículas era imposible. ¿Cómo se ha enfrentado a estas reticencias de la comunidad científica? ¿Es la perseverancia un pilar de su estrategia de trabajo?
Sí lo es, aunque no sé si es mi estrategia en particular. Creo que en realidad la perseverancia forma parte de mi personalidad. Empecé a trabajar en esta línea de investigación en 1974, mucho antes de que apareciese la enfermedad COVID-19, por lo que no teníamos ni idea de que una pandemia de esas características llegaría en el futuro.
«A pesar de todo encontramos varias formas de hacerlo, y, aun así, muchas personas ridiculizaron y rechazaron nuestro trabajo»
En aquel momento lo que estaba haciendo era investigación básica acerca de la posibilidad de entregar grandes moléculas en el interior de nanopartículas y micropartículas a pesar de que la gente me decía que aquello no era posible de la misma manera en que no es posible atravesar una pared. A pesar de todo encontramos varias formas de hacerlo, y, aun así, muchas personas ridiculizaron y rechazaron nuestro trabajo.
Es algo que sucede a veces en ciencia, pero crees en ello y sigues intentándolo y publicando artículos que persiguen demostrar que realmente es posible lograrlo. Y por el camino vas entrenando a más personas para que puedan continuar el trabajo que estás haciendo. Esto es al menos lo que hago yo.
¿Considera que el cortoplacismo es el mayor enemigo de la ciencia de vanguardia?
Buena pregunta. No necesariamente debido a que en realidad la ciencia se enfrenta a varios problemas. Uno de ellos es la no disponibilidad de la financiación necesaria para llevar a buen puerto los proyectos de investigación. La ciencia de vanguardia, y en especial la medicina de vanguardia, es muy cara.
Además también te enfrentas, como bien has sugerido antes, a las personas que te dicen que lo que quieres hacer no es posible. A esta actitud yo la llamo «sabiduría convencional». En cualquier caso, en ciencia lo más importante es tener grandes personas. Personas sobresalientes que eligen la ciencia en vez de optar por el mundo del entretenimiento, los deportes o cualquier otra opción similar.
Su investigación se ha desarrollado a medio camino entre la biotecnología y la ciencia de materiales, y usted ha demostrado que este enfoque tiene innumerables posibles aplicaciones. ¿Cuáles son los proyectos en desarrollo que más le ilusionan ahora mismo?
En este momento tenemos muchos proyectos apasionantes en marcha. Estamos trabajando en nuevas y mejores nanopartículas con las que quizá podamos acceder a células específicas. También estamos investigando mucho en el ámbito de la administración oral de moléculas grandes que quizá algún día podamos presentar en forma de pastillas, así como en la ingeniería de tejidos y la medicina regenerativa.
«Tenemos muchos proyectos apasionantes en marcha. Estamos trabajando en nuevas y mejores nanopartículas con las que quizá podamos acceder a células específicas»
¿Tenemos la capacidad de crear nuevos tejidos u órganos como los vasos sanguíneos, el hígado o el tejido cardiaco? ¿Y podemos generar órganos y tejidos en un chip con el propósito de que algún día podamos reducir o eliminar, posiblemente reducir, la necesidad de llevar a cabo ensayos en animales y seres humanos y así acelerar el desarrollo de nuevos medicamentos?
Es relativamente atípico que un ingeniero como usted desarrolle una carrera de investigación tan estrechamente ligada a la medicina. ¿Qué le motivó a tomar este camino?
Creo que al igual que la mayoría de nosotros solo quería hacer algo valioso. Algo que tuviese un impacto positivo en la vida de las personas. Siempre me ha gustado mucho ayudar a los demás a través de la enseñanza, pero también creo que hacer investigación médica es otra forma de contribuir. Me gustaría que las personas disfruten una vida más longeva, con más salud y más felicidad.
Para concluir nuestra conversación ¿de qué logros se siente más orgulloso durante toda su carrera?
Desde un punto de vista personal me enorgullece lo bien que les ha ido a mis alumnos como profesores, emprendedores o como trabajadores en algunas compañías. Probablemente he tenido más de mil alumnos. Y lo han hecho excepcionalmente bien. María José Alonso [discípula de Robert Langer, científica y catedrática española muy respetada internacionalmente en los ámbitos de la tecnología farmacéutica y la biofarmacia] es una de esas personas. Ella es una superestrella, como sabes, pero he trabajado con muchas personas a las que les ha ido notablemente bien.
«Desde un punto de vista científico me enorgullece especialmente el trabajo que hemos hecho con las micro y nanopartículas como parte del sistema de entrega de macromoléculas»
Por otro lado, desde un punto de vista científico me enorgullece especialmente el trabajo que hemos hecho con las micro y nanopartículas como parte del sistema de entrega de macromoléculas para llevar a cabo terapias con ellas. Como hemos comentado antes, cuando empecé a trabajar en esta área la gente me decía que no tendría éxito. Que no podría hacerlo. Y ahora nuestro trabajo no solo demuestra que es posible; también pone encima de la mesa un procedimiento que nos muestra cómo abordarlo. Los investigadores van a hacerlo cada vez mejor. Y también estoy orgulloso del trabajo que hemos hecho en los ámbitos de los nuevos biomateriales y la ingeniería de tejidos.