Dos agencias noticiosas oficiales del Estado ruso –TASS y Ria Novosti– casi al mismo tiempo difundieron el lunes anterior como primicia, citando información del ministerio de Defensa, que se decidió comenzar la “reagrupación” (eufemismo por retirada) de las tropas en la región de Jersón, donde del otro lado del río el ejército ucranio ya lleva semanas instalado.
“Al analizar la situación que hay, el mando del grupo de ejércitos Dniéper (en el frente de Jersón) decidió mover las tropas hacia posiciones más favorables al este del Dniéper, informó el ministerio de Defensa. Una vez reagrupadas las tropas, podrán ser utilizadas para atacar en otras direcciones del frente, agregaron”, reportó TASS, en términos similares a la noticia que dio Ria Novosti.
Diez minutos duraron estos cables en los servicios de las agencias oficiales rusas, que se disculparon por haberlos difundido por “error”. Nadie sabe qué pasó y a lo largo de este martes circularon todo tipo de hipótesis, a cual más inverosímil. El mismo ministerio de Defensa aseguró que se trató de una “provocación ucrania”, sin mencionar con que fines lo hizo; varios analistas pro ucranios sostienen que tuvo todas las características de una “trampa rusa”, pero no se preguntan por qué duró sólo 10 minutos; en la TV pública no faltó quien lo atribuyó a un “error humano por partida doble”; y los blogueros militares pro rusos creen que pudo haber sido un “golpe bajo al general Mijail Teplinsky” (a cargo de las tropas rusas en el frente de Jersón) de sus enemigos en el Estado Mayor del ejército de Rusia.
Ninguna de éstas posibles versiones parece más creíble que la única que rechaza el Kremlin: las tropas, en esa zona, tuvieron que retirarse a una posición menos mala, opina el experto Yuri Fiodorov.
Del otro lado de las barricadas, desde que el general Valeri Zaluzhny, comandante en jefe del ejército ucranio, declaró a la revista londinense The Economist que se ha estancado la situación en el frente y ni Ucrania ni Rusia pueden ganar la guerra, desde la Oficina del presidente Volodymir Zelensky le han llovido críticas al militar más respetado por la población ucrania.
Le echan en cara a Zalushny lavar la ropa sucia fuera de casa, aunque –coinciden los observadores– sólo dijo lo que parece obvio: si no se hace nada para romper el actual equilibrio de fuerzas, a la larga Rusia acabaría imponiéndose por su potencial económico, arsenal, número de habitantes, extensión y otros factores.
La prensa ucrania detecta extraños movimientos desde la presidencia en torno a la figura de Zalushny: por un lado, Zelensky no puede destituirlo siendo el militar más popular en Ucrania y, por el otro, salta a la vista la intención de reducir su influencia mediante la remoción de algunos de sus colaboradores más cercanos, a pesar del efecto bumerang que ello pueda tener.
En ese conexto, el mandatario ucranio, sin explicar los motivos, destituyó la semana pasada al general Vikor Horenko, titular del comando de operaciones especiales del ejército, y en estos momentos continuán las especulaciones sobre qué va a pasar con otras tres figuras clave del entorno de Zalushny: Tatiana Ostashenko, jefa de los servicios médicos del ejército; Oleksandr Tarnavsky, comandante del grupo operativo-estratégico de tropas “Tavria”; y Serhiy Nayev, jefe del grupo unificado del ejército. Según el diario Ukrainskaya Pravda, los tres tienen lo días contados.
Así las cosas, concluyen los analistas, Moscú y Kiev quieren que nada ni nadie cuestione el liderazgo de Putin y Zelensky, toda vez que emergen en el horizonte citas con las urnas dentro de medio año (en Rusia habrá con toda seguridad comicios presidenciales; en Ucrania, todavía no es seguro y todo indica que se optará por posponerlos), y ambos aspiran a mantenerse en el poder.