Poco después de que los Mets terminaran haciendo lo que parecen hacer siempre estos días, sacudiéndose un comienzo lento para anotar cinco carreras en el octavo inning y vencer a los Filis 6-2, le preguntaron a Brandon Nimmo si cree en alguno o en todos los siguientes conceptos: magia, mojo, o impulso.
Nimmo se rió, volteando hacia su compañero Mark Vientos: “¿Qué piensas tú?”
“No,” respondió Vientos. “Creo en trabajar duro, y los resultados vendrán después.”
Quizás este gran momento en octubre no sea más que el producto del buen trabajo duro. O quizás haya algo divino en el aire. Independientemente de la fuente, está claro que estos Mets han descubierto algo único: una habilidad para darle la vuelta a los juegos, robarse victorias de las garras de la derrota, y hacerlo una y otra vez en los momentos más importantes.
El sábado, en el Juego 1 de la Serie Divisional de la Liga Nacional, los Mets solo consiguieron un hit en siete entradas ante Zack Wheeler, el candidato al Cy Young de la L.N. En el momento en que Wheeler salió del juego, explotaron con cinco rayitas en cinco hits en el octavo episodio. Vientos conectó un sencillo impulsor para empatar la pizarra. Nimmo lo siguió con un hit para poner a los Mets al frente. Y los neoyorquinos no miraron atrás en el Citizens Bank Park, robándose el Juego 1 y posicionándose como los nuevos favoritos en esta serie al mejor de cinco.
Bajo el formato actual de la Serie Divisional, los equipos que han tomado una ventaja de 1-0 como visitantes han ganado la serie el 73 por ciento de las veces.
“Este es el equipo más loco en el que he estado”, aseguró el bateador designado J.D. Martínez, un veterano de 14 años en las Grandes Ligas con un anillo de Serie Mundial en su haber. “Nos reímos de eso. Nos hacemos bromas y decimos, ‘Esto es un zoológico’. Porque nunca sabemos qué va a pasar”.
Principalmente, Martínez se refería a las personalidades en el clubhouse: el tipo de personas que celebran las victorias con calabazas miniatura o lanzan canciones pop exitosas en su tiempo libre. Sin embargo, al ser presionado, reconoció que lo que ha estado ocurriendo en el terreno también es un poco salvaje. Esta misma semana, en un lapso de seis días, los Mets han ganado tres juegos cruciales en los que iban perdiendo en el octavo inning o más tarde. Más allá de eso, el club parecía superado durante los primeros siete actos en todos ellos.
– En el Juego 1 de su doble cartelera en Atlanta el lunes, los Mets tenían de 24-3 antes de explotar con ocho rayitas y ocho hits en las octava y novena entrada.
– Tres días después, en el Juego 3 de la Serie del Comodín en Milwaukee, los Mets llevaban de 26-2 durante los primeros ocho innings antes de que Pete Alonso conectara un jonrón de tres carreras durante una novena entrada de cuatro anotaciones.
– En el Juego 1 de la SDLN el sábado, los Mets tenían de 21-1 en siete innings contra Wheeler antes de irse de 11-7 con seis carreras el resto del juego.
“¿Cuántas veces lo has visto?”, preguntó Martínez en el clubhouse después del juego.
Los Mets se convirtieron en el tercer equipo de la Liga Nacional en ganar juegos consecutivos de playoffs en los que iban perdiendo en la octava entrada o más tarde, cayendo detrás por un jonrón abriendo el juego de Kyle Schwarber contra Kodai Senga y continuando en desventaja hasta su decisiva remontada. También anotaron al menos cinco carreras en un inning por segunda vez en esta postemporada, la primera vez en la historia de la franquicia que eso sucede.
Esta versión de los Mets puede haber nacido el 11 de septiembre en Toronto, donde Bowden Francis llevó un juego sin hits hasta el noveno acto solo para ver al puertorriqueño Francisco Lindor empatar las acciones con un jonrón para abrir la entrada, lo que llevó a una ráfaga de seis rayas para ganar el juego. No es que los Mets no hubieran tenido su cuota de remontadas antes de eso, pero desde ese momento, han desarrollado una habilidad para ganar con frecuencia cuando parece que toda esperanza está perdida.
“Exactamente lo mismo”, señaló el relevista de los Mets Ryne Stanek, comparando el juego de Francis con la actuación de Wheeler el sábado. “Un tipo que simplemente dominó. Está tan concentrado como puedes estar. Bien. Esperas un error y actúas. Y fue genial. Tenemos muchos muchachos que no entran en pánico en estas situaciones, especialmente en un ambiente hostil”.
El Citizens Bank Park no fue nada sino hostil en el Juego 1, con 45,751 almas gritando y muchos de los presentes estaban abucheando a su propio equipo, quizás sin darse cuenta de la inevitabilidad de estos Mets.
“Cuando compites”, recordó dijo el segunda base cubano José Iglesias, uno de los líderes espirituales de este equipo, “es solo cuestión de tiempo”.