El documento está firmado por cuatro expresidentes del partido, Dulce María Sauri, Pedro Joaquín Coldwell, Enrique Ochoa y José Antonio González; el excandidato presidencial, Francisco Labastida; el exaspirante presidencial, Enrique de la Madrid; y 14 exgobernadores, entre ellos Arturo Montiel, José Reyes Baeza, Benjamín Clariond y Enrique Martínez. También está firmado por los representantes de Plataforma PRI, Fernando Lerdo de Tejada; Alianza Generacional, José Ramón Martell; Movimiento Líder, José Encarnación Alfaro, y de la Alianza Nacional Revolucionaria, Jesús Esquinca Gurrusquieta.
Los priistas inconformes piden “con firmeza” el aplazamiento de la XXIV Asamblea Nacional del PRI, programada para el próximo domingo, y exigen que una presidencia interina, no la de Alito Moreno, sea la encargada de organizar la Asamblea y conducirla de manera colegiada, autocrítica e incluyente.
Proponen que la dirigencia interina sea nombrada por un grupo de expresidentes del partido y “cuadros con trayectoria, prestigio y reconocimiento”.
En la Asamblea a cargo de la nueva dirigencia se tendrán que modificar los documentos básicos del partido, afirman, para evitar la reelección de los presidentes nacionales.
“En los documentos básicos debe reforzarse el principio de `no reelección de la dirigencia´ a fin de evitar que bajo ninguna modalidad o subterfugio de cambio estatutario se extiendan indebidamente los mandatos de una dirigencia y el partido quede en manos de un grupo en particular”, precisa.
Lo anterior luego de que se ha dado a conocer que Alejandro Moreno busca su reelección como presidente nacional del PRI, por lo que solicitará la modificación del estatuto del partido para que se apruebe la reelección.
Además, consideraron que se debe recuperar y robustecer la capacidad política en la estructura territorial a nivel local, pues la dirigencia de Alito Moreno arrebató “de manera arbitraria” a los Comités Estatales y Municipales las facultades que tenían para resolver procedimientos de elección de dirigencias y candidaturas.
“En las elecciones de este año, el Partido Revolucionario Institucional obtuvo los peores resultados en su historia, tanto por los votos obtenidos, como por los cargos alcanzados. Lo sucedido en el 2024 implicó el fin de una época de transición democrática y alternancias que se inauguró en el año de 1997, así como el advenimiento de una profunda crisis del sistema de partidos políticos, que deberán encontrar nuevas fórmulas para participar y enriquecer la necesaria vida democrática de nuestro país”, destaca el posicionamiento.
Argumentan además que algunos de los firmantes, de forma individual o a través del Frente Amplio de Renovación -una corriente interna del PRI-, mostraron sus inconformidades por la gestión y rumbo del partido.
“El ejercicio de un liderazgo excluyente se convirtió con frecuencia en factor de división que propició el alejamiento o renuncia de cuadros valiosos, e incluso de procedió a expulsar a muchos de quienes no coincidían o desaprobaban el quehacer político de la dirigencia”, destaca.
“Lejos de reconocer que el PRI atravesaba por una crisis severa que reclamaba una revisión a fondo de su plataforma ideológica, de las nuevas formas de vincularse a los ciudadanas y las causas populares y de su accionar político para ser eficaz en el triunfo electoral, el trabajo se orientó, fundamentalmente, a cultivar un círculo de los afines a la dirigencia, con el fin de centralizar decisiones para suscribir, sin consulta, acuerdos políticos relevantes, designar cargos, administrar recursos de las prerrogativas y nominar candidaturas”, agrega.