La suspensión del servicio de agua se hace de manera alterna por zonas de la ciudad y dura 24 horas, pero según la alcaldía, aún no ha impactado la caída del nivel de los gigantescos embalses que surten a la capital del país.
Ubicada en un hermoso páramo que fue declarado parque nacional hace décadas, la represa de Chingaza, proveedora del 70 por ciento del agua de Bogotá, reduce dramáticamente sus niveles cada día, enturbiando el panorama del abastecimiento de la enorme urbe, acostumbrada a la abundancia y dedicada por años a un sistemático desperdicio del líquido.
“La situación es crítica, por favor ahorremos”, dijo en tono de súplica el alcalde Carlos Fernando Galán a comienzos de este mes luego de recibir los alarmantes reportes técnicos que atribuyen la situación a la reducción de lluvias que afectó a casi todo el territorio colombiano desde finales de 2023.
Aunque la situación de la capital es la más grave, voceros del gobierno nacional indicaron que 273 de los mil cien municipios del país han sufrido desabastecimiento de agua y -lo peor- advirtieron que la sombra de un apagón se asoma si la situación de los embalses que generan energía sigue el actual curso.
Los especialistas señalan que los niveles en las represas donde están instaladas las principales hidroeléctricas están llegando al 31 por ciento, apenas cuatro puntos por encima del límite que impediría generar energía, y el más bajo en los últimos 45 años.
En medio del temor generalizado, la gente observa incrédula que mientras en su vivienda o en su lugar de trabajo se restringe al máximo el uso del agua, los días transcurren bajo aguaceros macondianos que inundan calles, tumban árboles y generan caos en el tráfico vehicular.
Como casi todo en Colombia, el racionamiento de agua y las alertas de un apagón han irrumpido en la escena política a través de acusaciones de la oposición al gobierno por su supuesta falta de prevención. El presidente Gustavo Petro ha recordado que lleva años alertando sobre los demoledores impactos del cambio climático en la vida de las sociedades.
Además de declarar el pasado 19 de abril como día cívico con el propósito de disminuir el consumo de agua, el jefe de Estado dijo que la actual crisis se debía, entre otras razones, a que “se urbanizó casi toda la sabana de Bogotá en contra de la ley y se rompió el frágil equilibrio que hay entre el agua disponible y la población que habita la ciudad”.
Con los grifos cerrados, millones de bogotanos se aferran ahora a los alentadores anuncios que han hecho los meteorólogos sobre el agua que viaja por los cielos. “San Pedro decidió abrir la llave”, sentenció el popular científico Max Henríquez refiriéndose a los pronósticos de lluvias de las próximas semanas en toda Colombia.