Cuando el neurólogo alemán Alois Alzheimer identificó por primera vez el trastorno neurodegenerativo que lleva su apellido, a principios del siglo XX, observó la presencia de placas de beta-amiloide y ovillos de proteína tau en las células cerebrales, así como la acumulación de gotas de lípidos.
No obstante, los depósitos de grasa no han sido analizados al detalle como los otros dos cambios fisiológicos relacionados con el alzhéimer, por lo que se desconoce si estos compuestos orgánicos podrían ser la causa de la enfermedad.
En la nueva investigación, los científicos se centraron en estudiar el funcionamiento del gen APOE, que proporciona instrucciones para producir una proteína denominada como ‘apolipoproteína E’. Esta molécula grande y compleja está involucrada con el transporte de gotas de lípidos hacia las células nerviosas.
Tras cuestionarse si las cuatro variantes del APOE (numeradas del 1 al 4) cambiaban el riesgo de desarrollar alzhéimer, los especialistas descubrieron que en los cerebros de las personas con el gen APOE4 había más células inmunitarias, con un tipo de enzima en particular. Esto favoreció que la grasa se moviera más fácilmente hacia las células cerebrales.
Por otro lado, se identificó que la acumulación de la proteína beta-amiloide en las células nerviosas, en personas con variantes APOE3 o APOE4, provocaba que también se almacenara lípidos en estas.
Los expertos concluyeron que los resultados de su estudio «sugieren un vínculo entre los factores de riesgo genéticos para la enfermedad de Alzheimer con la acumulación de gotitas de lípidos» en las células que se encuentran en el cerebro, lo que podría brindar nuevos conocimientos para el desarrollo de tratamientos terapéuticos.