El ejército estadunidense bombardeó a fuerzas de élite iraníes y grupos proiraníes en Irak y Siria en represalia por la muerte de tres soldados en una base de Jordania.
«Los ataques aéreos emplearon más de 125 piezas de munición de precisión», afirmó el comando militar para Oriente Medio, Centcom, en las redes sociales.
Especificó que los objetivos incluían centros de mando y de inteligencia, así como instalaciones de almacenamiento de cohetes, misiles y drones pertenecientes a milicias y fuerzas iraníes «que facilitaron ataques contra las fuerzas estadunidenses y de la coalición».
Joe Biden había prometido responder al mortífero ataque con drones perpetrado el domingo cerca de la frontera con Siria y atribuido por Washington a grupos respaldados por Irán.
El Pentágono precisó que los ataques del viernes movilizaron numerosos aviones de combate, incluidos bombarderos de largo alcance, y tuvieron como blanco más de 85 objetivos.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) indicó que «al menos 13 combatientes proiraníes murieron» en bombardeos en el este de Siria.
En los últimos días la Casa Blanca ha afirmado que Biden no es partidario de una escalada regional ni de un conflicto abierto con Irán, de modo que las represalias serán múltiples, contra distintos objetivos y escalonadas en el tiempo.
Las fuerzas estadunidenseses en Oriente Medio han sufrido numerosos ataques desde el comienzo de la guerra entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza.
Los bombardeos se produjeron el mismo día en el que los cuerpos de William Jerome Rivers, Kennedy Ladon Sanders y Breonna Alexsondria Moffett, los militares del estado de Georgia (sur) muertos el domingo, fueron recibidos con honores en la base de Dover (Delaware, noreste).
Siguiendo al milímetro un ritual militar, los féretros salieron uno a uno de un avión de transporte militar y fueron cargados en un vehículo.
Como manda la tradición, el ejército también cuida el lenguaje: lo llama «traslado solemne» en vez de «ceremonia» y habla de «cajas» en lugar de «ataúdes».
El «traslado solemne» se hizo en presencia del presidente, de la primera dama, Jill Biden, y de altos cargos, como el jefe del Pentágono, Lloyd Austin.
Bajo un cielo nublado, vieron pasar los féretros en el más absoluto silencio, con las manos en el corazón.
Más allá del rigor militar está la emoción y el dolor de las familias que vieron, por primera vez, los féretros que contienen los restos mortales de sus seres queridos.
En el mismo lugar, Joe y Jill Biden asistieron a la repatriación de los cuerpos de los militares estadunidenses muertos en un atentado en el aeropuerto de Kabul el 26 de agosto de 2021, durante la caótica retirada de Afganistán.
El demócrata, cuya vida ha estado salpicada de tragedias personales, tiene fama de ser muy empático con familias en duelo.
Llamó a cada una de las familias de los tres militares muertos en Jordania, entre otras cosas para asegurarse de que aceptaban su presencia en la ceremonia de repatriación.
El principal diario de Georgia, el Atlanta Journal-Constitution, difundió un video de una de estas conversaciones.
«Sé que nada de lo que alguien pueda decir o hacer puede aliviar su dolor, yo he pasado por eso (…). Quiero que sepan que estás en mis oraciones, en mi corazón», dijo el presidente a los padres de la soldado Kennedy Sanders.
«Yo recibí una de estas llamadas», añadió Biden, en referencia a la que le anunció la muerte en un accidente de auto de su primera esposa y su hija, todavía bebé, en 1972.
También habló de la muerte de su hijo mayor Beau, fallecido de cáncer en 2015.
Este momento no pondrá fin a la avalancha de críticas de los republicanos contra él.
«Tuvo que esperar a que muriera gente para decir «vale, quizá tengamos que hacer algo», ¿me estás tomando del pelo?», atacó el jueves Nikki Haley, candidata a la nominación presidencial republicana.
Su rival, el expresidente Donald Trump, el gran favorito, ha arremetido contra la «debilidad» de Biden.